lunes, 20 de abril de 2015

La Canción Sin Final



La Canción Sin Final
Esta era una niña llamada Sofía con pelo negro largo y ondulado y una hermosa sonrisa tenía la edad de 10 años y contaba con una preciada  cadena la cual era obsequio de su abuela.
Marta, una señora ocupada en su trabajo, de 30 años era madre de Sofía, vivían en una pequeña casa, en un poblado.
Sofía era una niña muy risueña y siempre hacia muchos amigos en su escuela, a todos les agradaba, sin duda era una niña muy simpática; su mejor amiga era Dulce ella era algo seria pero muy confiable siempre jugaba con Sofía en el recreo y la acompañaba a su casa y de vez en cuando la visitaba para ir a jugar.
Marta llegaba a las 7:00 pm del trabajo; así que Sofía podía invitar a Dulce para jugar en su casa.
Pero un día Sofía le pregunto a Dulce:
— ¿Oye sabes cantar? —a lo que Dulce muy tímida le respondió
—Pues, no se lo había dicho a nadie, pero la verdad me encanta y siempre canto al ducharme o en mis tiempos libres, ¿Por qué? —le preguntó
—Pues porque, no se pensaba que tal vez podríamos escribir algo y cantarlo—le contesto Sofía
Al escuchar esto Dulce comenzó a reír, pero después pensó que podría ser buena idea
—Solo para pasar el tiempo—dijo Dulce— podríamos intentarlo
Después de esa charla Dulce se fue a su casa y Sofía como siempre esperaba a su mama pero tenía deberes que cumplir, pues tenía que lavar trastes, y acomodar su habitación.
Cuando Sofía se ponía triste siempre con todas las fuerzas de su corazón apretaba con sus dos manos la cadenita que le había obsequiado su abuela, quien se la dio diciendo lo siguiente:
—Tú, no deberás de temer, ni de estar triste o sentirte sola, porque siempre aquí en esta cadenita te mandare un motivo por el cual sonreirás y te levantaras y no te rendirás jamás, sentirás una gran fuerza y apoyo, porque tú eres fuerte.
Al hacer esto Sofía siempre sentía que su abuelita la abrazaba así muy fuerte.
Cuando llegaba del trabajo, siempre estaba muy cansada y prácticamente no tenía tiempo para escuchar a su hija ni preguntarle, como le había ido en su día o cosas por el estilo, por lo que Sofía tuvo que acostumbrarse a ello, pero a pesar de esto nunca dejo que le perjudicase en sus estudios o en su ánimo, pues siempre se sentía mejor al apretar su cadenita.
Al día siguiente Dulce llevo a la escuela una canción escrita por ella misma
— ¿Qué es esto? — le preguntó a Sofía
Es una canción que yo escribí para ti, porque eres mi mejor amiga y quisiera que me ayudaras a redactarla mejor y así poder llegar a cantarla contigo— le dijo Dulce
Sofía al leer la canción se puso muy emocionada y feliz, pues aquella canción hablaba de su amistad y de lo importante que era para ella.
—Muchas gracias Dulce— le dijo Sofía
—No hay de que, sabes todo esto se me empezó a ocurrir justo por lo que hablamos el día de ayer y pensaba que era un buen tema para empezar a redactar nuestra canción—le dijo Dulce
— ¡Muy buena idea es excelente!, podríamos hablar de nuestra amistad y lo importante de ella— le dijo Sofía muy feliz —Saliendo de clases vamos a mi casa y seguimos con la canción
— ¡Claro que si Sofía!—le dijo Dulce emocionada
Y al terminar las clases las dos fueron muy contentas a la casa de Sofía, para aprovechar también para hacer las dos juntas su tarea de unos problemas de matemáticas, los cuales a Sofía se le dificultaban un poco, pero Dulce era un az para ello. Al dar por terminado sus tareas, comenzaron con la canción, pero para ello tuvieron que recordar desde aquel día donde comenzó todo.
—Si, como olvidarlo, todo comenzó en una fiesta de bienvenida a la primaria cuando al romper una piñata me robaste mi dulce favorito
— ¡¿Yo?! No es cierto Sofía, solo te lo había pedido prestado sin que tú lo supieras—dijo Dulce con un tono de burla
—Aja, osea prácticamente lo mismo—le respondió Sofía un poquito enojada
—Bueno pero ese fue el motivo que nos unió ¡o no! —aclaro Dulce
—Sí, pues al ponerme a llorar, tú me diste el dulce más grande que te habías ganado, que sin duda me trajo varias caries—le respondió Sofía con alegría
—Sí, jejeje—dijo riendo Dulce, —desde aquel momento empezamos a llevarnos cada día más.
Y así fue como Sofía y Dulce comenzaron a recordar y a tratar de redactar frases para ponerlas en su canción:
“Quien lo iba a imaginar, que por una piñata todo esto iba a empezar, que por un dulce esta historia se convertiría en una larga amistad”
Fue este su primer fragmento.
Y Como ya era algo tarde Dulce se tuvo que ir a su casa
— ¡Qué lindo es recordar todos esos momentos contigo!
— ¡Si! Pero ya es algo tarde me tengo que ir sino mis papas se preocuparan, pero mañana seguimos—le dijo Dulce a Sofía algo apresurada
—Claro y corre si no tus papas, no te dejaran venir más
— ¡No, no digas eso, jamás!
—Bueno, adiós te quiero mucho y cuídate Dulce
—Gracias Sofía igualmente
Como se pudo notar, Sofía no tenía buena comunicación de su mama, pero la quería y mucho, nunca tuvo quejas de ella. Pero Sofía no se imaginaria que en una solo noche toda su vida cambiaria, pues su mama al llegar del trabajo muy emocionada fue al cuarto de Sofía y le dijo:
— ¡Hija, hija! Despierta
— ¿Qué pasa mama?
—En mi trabajo, gracias a mi desempeño me han ascendido, con un mejor salario y puesto, sin duda con un horario aún más flexible
— ¡Enserio! Mama, ¡qué bien!
— ¡Si!, mañana empacamos y nos vamos
— ¿Irnos? —Dijo Sofía con extrañeza—y ¿A dónde?
—A la ciudad, porque allí es donde me ofrecen el nuevo puesto
—Pero, ¿podre seguir yendo a la misma escuela, verdad que si mama?
—Lo siento Sofía, pero no
—Y mis amigos, que hay de Dulce mamá, pero entonces, ¿podría, ir a visitarla, ya mañana es fin de semana?
—Si hija, pero solo por esta vez, pues quedaremos algo distantes de este pueblo
Llegada la hora de dormir Sofía se fue a su habitación y solo pensaba en Dulce y en la forma de poder verse y continuar con su amistad, o de no ser así, de lo mucho que la extrañaría. Al día siguiente Sofía se levantó temprano y fue a la casa de Dulce, y como era fin de semana seguramente la encontraría durmiendo. Cuando llego a la casa de Dulce toco el timbre y pregunto por ella a su madre, quien la invito a pasar.
—Buenos días, ¿se encuentra Dulce?
— ¿Quién la busca?
—Su amiga, Sofía
—Así, Dulce me platica mucho de ti, pasa, pasa, enseguida la llamo
Unos minutos más tarde…
—Hola Sofía, y ¿ese milagro?
—Hola Dulce—con un tono triste—a mi mamá la cambiaron de trabajo y nos iremos a vivir en la ciudad y me cambiaran de escuela
— ¡Como! Y ¡¿Qué hay de vernos, ya no te podre ir a visitar, y nuestra amistad?!
—Eso es lo peor, ya podre venir a visitarte, y ni tú a mí, y solo hoy vine a tu casa por esta ocasión, mí mamá ya no me dejara venir de nuevo—Al decir esto Sofía se quitó del cuello su cadenita y se la dio a Dulce diciéndole lo siguiente:
—Toma, quiero que lo conserves y que cada vez que te sientas sola, solo la aprietes y veras como sentirás un gran apoyo y alivio, estaré allí contigo, no lo olvides
—Gracias Sofía, eres y serás mi mejor amiga y nunca te voy a olvidar pase lo que pase, ¡por la garrita!
—Yo tampoco te olvidare y no hay de que, y si ¡por la garrita!
Después de esto Sofía y Dulce se abrazaron con una fuerza y con un gran amor, que se sentía la presencia de aquella gran amistad.
Pasados ya los días, meses y años, Sofía siempre recordaba a Dulce así como Dulce a Sofía. Un día en la universidad Sofía se percató de que había olvidado su cuaderno de trabajo en el salón de la clase anterior así que rápidamente fue a buscarlo
— ¡Oh, cielos! ¿Dónde estará?
—Disculpa, ¿buscabas algo?
—Hay sí, había dejado aquí olvidado mi cuaderno de trabajo
—Mmm…no será aquel que esta sobre esa silla
— ¡Si, si es ese!
—Toma te lo paso—Y al leer el nombre del cuaderno dijo:
— ¡Sofía!, eres ¿Tu?
— ¡¿Dulce, enserio Dulce?!
Y en un minuto de silencio, al mirarse las dos y por fin reconocerse y darse cuenta de su gran encuentro, se abrazaron y empezaron a hablar de sus vidas y lo que les había pasado en aquel largo tiempo
—Bueno—dijo Sofía—mi mama después de ser ascendida a ese nuevo empleo, tuvo mejor tiempo para mí y ahora la veo más tiempo y existe una mayor y mejor comunicación que antes
—Enserio, que bien—dijo Dulce con un poco de melancolía—pues mi mamá falleció desde ya hace un año, pues se enfermó de neumonía
—Lo siento mucho Dulce, enserio
Si, fue muy triste, pero sabes gracias a la cadenita que me regalaste, al apretarla con todas la fuerzas y desear algo con todo mi corazón, poco a poco iba sintiendo ese gran alivio y la fuerza que brindaba para no desanimarme y seguir luchando, justo como mi mamá lo hubiese querido.
Esa cadenita, tenía un poder especial, pues al desear algo con todas las fuerzas y sobre todo con el  corazón siempre recibirías una grata respuesta.
Y fue así fue como Sofía y Dulce se reencontraron y pudieron volver a ser aquellas mejores amigas y seguir redactando esa canción que cada día se dedicarían a escribir.
                                        Alumna: Karime Jacqueline Bautista López
                                         Grado: Tercero     
                                         Grupo: “A”



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