La Canción
Sin Final
Esta era una niña
llamada Sofía con pelo negro largo y ondulado y una hermosa sonrisa tenía la
edad de 10 años y contaba con una preciada
cadena la cual era obsequio de su abuela.
Marta, una señora
ocupada en su trabajo, de 30 años era madre de Sofía, vivían en una pequeña
casa, en un poblado.
Sofía era una niña muy risueña y siempre hacia muchos
amigos en su escuela, a todos les agradaba, sin duda era una niña muy
simpática; su mejor amiga era Dulce ella era algo seria pero muy confiable siempre
jugaba con Sofía en el recreo y la acompañaba a su casa y de vez en cuando la
visitaba para ir a jugar.
Marta llegaba a las
7:00 pm del trabajo; así que Sofía podía invitar a Dulce para jugar en su casa.
Pero un día Sofía le
pregunto a Dulce:
— ¿Oye sabes cantar? —a lo que Dulce muy tímida le respondió
—Pues, no se lo había
dicho a nadie, pero la verdad me encanta y siempre canto al ducharme o en mis
tiempos libres, ¿Por qué? —le preguntó
—Pues porque, no se
pensaba que tal vez podríamos escribir algo y cantarlo—le contesto Sofía
Al escuchar esto
Dulce comenzó a reír, pero después pensó que podría ser buena idea
—Solo para pasar el
tiempo—dijo Dulce— podríamos intentarlo
Después de esa charla
Dulce se fue a su casa y Sofía como siempre esperaba a su mama pero tenía
deberes que cumplir, pues tenía que lavar trastes, y acomodar su habitación.
Cuando Sofía se ponía
triste siempre con todas las fuerzas de su corazón apretaba con sus dos manos
la cadenita que le había obsequiado su abuela, quien se la dio diciendo lo
siguiente:
—Tú, no deberás de
temer, ni de estar triste o sentirte sola, porque siempre aquí en esta cadenita
te mandare un motivo por el cual sonreirás y te levantaras y no te rendirás jamás,
sentirás una gran fuerza y apoyo, porque tú eres fuerte.
Al hacer esto Sofía
siempre sentía que su abuelita la abrazaba así muy fuerte.
Cuando llegaba del
trabajo, siempre estaba muy cansada y prácticamente no tenía tiempo para
escuchar a su hija ni preguntarle, como le había ido en su día o cosas por el
estilo, por lo que Sofía tuvo que acostumbrarse a ello, pero a pesar de esto
nunca dejo que le perjudicase en sus estudios o en su ánimo, pues siempre se
sentía mejor al apretar su cadenita.
Al día siguiente
Dulce llevo a la escuela una canción escrita por ella misma
— ¿Qué es esto? — le preguntó a Sofía
Es una canción que yo
escribí para ti, porque eres mi mejor amiga y quisiera que me ayudaras a
redactarla mejor y así poder llegar a cantarla contigo— le dijo Dulce
Sofía al leer la
canción se puso muy emocionada y feliz, pues aquella canción hablaba de su
amistad y de lo importante que era para ella.
—Muchas gracias Dulce—
le dijo Sofía
—No hay de que, sabes
todo esto se me empezó a ocurrir justo por lo que hablamos el día de ayer y
pensaba que era un buen tema para empezar a redactar nuestra canción—le dijo
Dulce
— ¡Muy buena idea es
excelente!, podríamos hablar de nuestra amistad y lo importante de ella— le
dijo Sofía muy feliz —Saliendo de clases vamos a mi casa y seguimos con la
canción
— ¡Claro que si Sofía!—le
dijo Dulce emocionada
Y al terminar las clases las dos fueron muy contentas a
la casa de Sofía, para aprovechar también para hacer las dos juntas su tarea de
unos problemas de matemáticas, los cuales a Sofía se le dificultaban un poco,
pero Dulce era un az para ello. Al dar por terminado sus tareas, comenzaron con
la canción, pero para ello tuvieron que recordar desde aquel día donde comenzó
todo.
—Si, como olvidarlo,
todo comenzó en una fiesta de bienvenida a la primaria cuando al romper una
piñata me robaste mi dulce favorito
— ¡¿Yo?! No es cierto
Sofía, solo te lo había pedido prestado sin que tú lo supieras—dijo Dulce con
un tono de burla
—Aja, osea
prácticamente lo mismo—le respondió Sofía un poquito enojada
—Bueno pero ese fue
el motivo que nos unió ¡o no! —aclaro Dulce
—Sí, pues al ponerme
a llorar, tú me diste el dulce más grande que te habías ganado, que sin duda me
trajo varias caries—le respondió Sofía con alegría
—Sí, jejeje—dijo
riendo Dulce, —desde aquel momento empezamos a llevarnos cada día más.
Y así fue como Sofía
y Dulce comenzaron a recordar y a tratar de redactar frases para ponerlas en su
canción:
“Quien lo iba a
imaginar, que por una piñata todo esto iba a empezar, que por un dulce esta
historia se convertiría en una larga amistad”
Fue este su primer
fragmento.
Y Como ya era algo
tarde Dulce se tuvo que ir a su casa
— ¡Qué lindo es
recordar todos esos momentos contigo!
— ¡Si! Pero ya es
algo tarde me tengo que ir sino mis papas se preocuparan, pero mañana seguimos—le
dijo Dulce a Sofía algo apresurada
—Claro y corre si no
tus papas, no te dejaran venir más
— ¡No, no digas eso, jamás!
—Bueno, adiós te
quiero mucho y cuídate Dulce
—Gracias Sofía
igualmente
Como se pudo notar, Sofía
no tenía buena comunicación de su mama, pero la quería y mucho, nunca tuvo
quejas de ella. Pero Sofía no se imaginaria que en una solo noche toda su vida
cambiaria, pues su mama al llegar del trabajo muy emocionada fue al cuarto de Sofía
y le dijo:
— ¡Hija, hija!
Despierta
— ¿Qué pasa mama?
—En mi trabajo,
gracias a mi desempeño me han ascendido, con un mejor salario y puesto, sin
duda con un horario aún más flexible
— ¡Enserio! Mama, ¡qué
bien!
— ¡Si!, mañana
empacamos y nos vamos
— ¿Irnos? —Dijo Sofía
con extrañeza—y ¿A dónde?
—A la ciudad, porque
allí es donde me ofrecen el nuevo puesto
—Pero, ¿podre seguir yendo
a la misma escuela, verdad que si mama?
—Lo siento Sofía,
pero no
—Y mis amigos, que
hay de Dulce mamá, pero entonces, ¿podría, ir a visitarla, ya mañana es fin de
semana?
—Si hija, pero solo
por esta vez, pues quedaremos algo distantes de este pueblo
Llegada la hora de
dormir Sofía se fue a su habitación y solo pensaba en Dulce y en la forma de
poder verse y continuar con su amistad, o de no ser así, de lo mucho que la
extrañaría. Al día siguiente Sofía se levantó temprano y fue a la casa de
Dulce, y como era fin de semana seguramente la encontraría durmiendo. Cuando
llego a la casa de Dulce toco el timbre y pregunto por ella a su madre, quien
la invito a pasar.
—Buenos días, ¿se
encuentra Dulce?
— ¿Quién la busca?
—Su amiga, Sofía
—Así, Dulce me
platica mucho de ti, pasa, pasa, enseguida la llamo
Unos minutos más
tarde…
—Hola Sofía, y ¿ese
milagro?
—Hola Dulce—con un
tono triste—a mi mamá la cambiaron de trabajo y nos iremos a vivir en la ciudad
y me cambiaran de escuela
— ¡Como! Y ¡¿Qué hay
de vernos, ya no te podre ir a visitar, y nuestra amistad?!
—Eso es lo peor, ya
podre venir a visitarte, y ni tú a mí, y solo hoy vine a tu casa por esta
ocasión, mí mamá ya no me dejara venir de nuevo—Al decir esto Sofía se quitó
del cuello su cadenita y se la dio a Dulce diciéndole lo siguiente:
—Toma, quiero que lo
conserves y que cada vez que te sientas sola, solo la aprietes y veras como sentirás
un gran apoyo y alivio, estaré allí contigo, no lo olvides
—Gracias Sofía, eres
y serás mi mejor amiga y nunca te voy a olvidar pase lo que pase, ¡por la
garrita!
—Yo tampoco te
olvidare y no hay de que, y si ¡por la garrita!
Después de esto Sofía
y Dulce se abrazaron con una fuerza y con un gran amor, que se sentía la
presencia de aquella gran amistad.
Pasados ya los días,
meses y años, Sofía siempre recordaba a Dulce así como Dulce a Sofía. Un día en
la universidad Sofía se percató de que había olvidado su cuaderno de trabajo en
el salón de la clase anterior así que rápidamente fue a buscarlo
— ¡Oh, cielos! ¿Dónde
estará?
—Disculpa, ¿buscabas algo?
—Hay sí, había dejado
aquí olvidado mi cuaderno de trabajo
—Mmm…no será aquel
que esta sobre esa silla
— ¡Si, si es ese!
—Toma te lo paso—Y al
leer el nombre del cuaderno dijo:
— ¡Sofía!, eres ¿Tu?
— ¡¿Dulce, enserio Dulce?!
Y en un minuto de
silencio, al mirarse las dos y por fin reconocerse y darse cuenta de su gran
encuentro, se abrazaron y empezaron a hablar de sus vidas y lo que les había
pasado en aquel largo tiempo
—Bueno—dijo Sofía—mi
mama después de ser ascendida a ese nuevo empleo, tuvo mejor tiempo para mí y
ahora la veo más tiempo y existe una mayor y mejor comunicación que antes
—Enserio, que
bien—dijo Dulce con un poco de melancolía—pues mi mamá falleció desde ya hace
un año, pues se enfermó de neumonía
—Lo siento mucho
Dulce, enserio
Si, fue muy triste,
pero sabes gracias a la cadenita que me regalaste, al apretarla con todas la
fuerzas y desear algo con todo mi corazón, poco a poco iba sintiendo ese gran
alivio y la fuerza que brindaba para no desanimarme y seguir luchando, justo
como mi mamá lo hubiese querido.
Esa cadenita, tenía
un poder especial, pues al desear algo con todas las fuerzas y sobre todo con
el corazón siempre recibirías una grata
respuesta.
Y fue así fue como Sofía
y Dulce se reencontraron y pudieron volver a ser aquellas mejores amigas y
seguir redactando esa canción que cada día se dedicarían a escribir.
Alumna: Karime Jacqueline Bautista
López
Grado: Tercero
Grupo: “A”
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